lunes, 16 de febrero de 2009

Un miembro, dos miembros, tres miembros…

Teniendo en cuenta la experiencia de Samantha, ha llegado el momento de hacer un artículo dedicado al pene. Mejor dicho, vamos a elaborar poco a poco un artículo sobre la visión sobre el pene de las mujeres inteligentes. Por eso insto, tanto a las mujeres inteligentes que nos siguen, como a los hombres inteligentes que nos apoyan, a que nos ayuden a elaborar este artículo.

Antes de seguir voy a permitirme escribir la vivencia de Sura cuando se enamoró de un angoleño y semanas después fue al gine porque le dolía el bajo vientre. Éste le recomendó que a partir de entonces, el angoleño le metiera sólo la puntita. Dicho lo cual, empezamos nuestro homenaje a las páginas centrales de cualquier revista rollo Vale, Bravo, Ragazza….

  • Más vale pequeña y juguetona: FALSO. Lo que pasa es que teniendo como media nacional un 13,58 cm, es un poco aventurado luchar contra molinos de viento. Refrán: Si no puedes con tu enemigo, únete a él.
  • Si tu chico sufre un gatillazo, hay que ser amable y quitarle importancia. FALSO. Es un error. Esto es como los niños: si se manchan y eres comprensiva, se vuelven a manchar. Pero si se manchan y les das una hostia, la próxima vez tienen más cuidado. Refrán: A buen entendedor, pocas palabras bastan.
  • Lo importante son los preliminares. VERDADERO. De hecho, yo sé de algunas que durante años se han alimentado sólo de preliminares y no se han muerto. Sin embargo, Samantha casi muere en una sesión de cola. Refrán: Antes de llover, chispea.
  • Lo último que necesita una mujer para tener un orgasmo es un pene: FALSO. Es lo primero.
  • Lo último que necesita una mujer inteligente e independiente para tener un orgasmo es un pene: VERDADERO. Con una lengua basta.
  • Refrán para los dos puntos anteriores: Para gustos están los colores.
  • No hay que practicarle sexo oral en la primera cita. VERDADERO. Refrán: Lo primero es lo primero. Y según los manuales de autoayuda: lo primero eres tú.
  • Si estás con un chico que la tiene grande y el siguiente la tiene pequeña, no sientes igual. FALSO. Lo que sientes es pena. Refrán: Burro grande, ande o no ande.

La realidad supera la ficción…

Quién me iba a decir mientras veía un capítulo de Sexo en Nueva York, que unos años después estaría comentando con mi Samantha particular su noche de pasión con un súper dotado. Pues eso fue lo que ocurrió anoche.

No sé si recordáis que Samantha, la de verdad, estaba dispuesta a tirarse al negro con el M.M.M (Mayor Miembro de Manhattan). Pensó que lo había conseguido hasta que fue consciente de que la penetración se había limitado al glande, por decirlo suavemente. Bueno, pues nuestra Samantha casi muere este fin de semana.

Sam se fue de picos pardos in her pink short dress. A las 15:30 horas, cuando fui a tomar café a nuestro ático de Manhattan del Pilar, Sam todavía no había llegado. Intuíamos que la noche las prometía, pero teniendo en cuenta que tenía que tender unas camisas para el día siguiente, apostamos porque volvería pronto. Pero no lo hizo.

A las 22:00 h. decidí llamarla para ver qué tal había ido la noche ese nuevo amante (al que llamaremos Nacho en honor a Nacho Vidal).

-Hola nena, ¿dónde has estado, puta?
-Hola maja… ay… ¿Qué dónde he estado? ¿Dónde voy a estar?
-Ya. Bueno, ¿y qué tal?
-Ay maja, fatal… Bueno, no, bien, pero es que me ha dejado hecha polvo.
-¿Qué dices…? ¿Pero cómo que hecha polvo?
-Ya ves, maja. Es que es insaciable. Incansable.
-Pero ¿qué dices?
-Sí… Es que no paraba… Y vamos… Es que la tiene gorda. Bueno, tampoco… no sé, porque tampoco es que fuera muy muy gorda, pero no sé… Yo es que nunca he estado con alguien… Porque vamos, Jack no es que… Bueno, y el otro… No sé, maja. Además, no he salido de la habitación en todo el día…
-Hombre, es que aunque sólo sea la fricción… Hace mella.
-Ya… Es que bueno, a las siete de la mañana ya estaba para el arrastre, me temblaban las piernas y todo, y el hijo de puta me dice que soy una blanda y que quería más.
-Es que estás mayor. ¿Te duele?
-Sí me duele, sí. Tengo dolor… Bueno, es que no quiero ni acordarme. No se cansaba…
-Bueno, eso duele las primeras veces y mañana cuando te sientes te vas a cagar. Pero luego se pasa y le coges el gustito.
-No, yo… yo tengo que ponerle fin a esto… Estoy ya entrando en un terreno muy pantanoso. Pero es que dice que eso es importantísimo para él y que la mayor diferencia que tuvo con su ex fue esa…
-Eso es un farol, Samantha. Los tíos son idiotas, dicen eso para hacerse los machos. Eso lo aguanta porque es el segundo día y está salido y con las hormonas por las nubes… Pero vamos, a un listillo de estos lo pillaba yo y le hacía echar tres todas las noches y salía a gatas…
-Claro, es que ahora comprendo por qué me dijo que no había estado bien la vez anterior. Pues yo, qué quieres que te diga, pero echamos uno, dos, tres… Y que me quedé satisfecha. Algo normal… A mí me gustó, te digo la verdad, pero esto… Esto no tiene nombre.
-Bueno, Samantha, habla con él…
-Ya. Joder, esta tía cierra el grifo súper fuerte! Es que estoy metiéndome en la ducha, pero es que no puedo abrirlos nunca. Vamos, hoy no es que esté fuerte, porque estoy matada…
-Bueno, nena… descansa, anda.
-Vale. Ya hablamos mañana.
-Cuídate, anda. Un besito.
-Eso. Un besito…

Luego caí que no le había dicho que para eso vienen muy bien los baños de asiento con manzanilla en el bidé, porque la manzanilla es antiinflamatorio. La verdad es que lo de tener un amante poyón puede resultar doloroso. Y si tiene las hormonas por las nubes más… De hecho, éste es un tema tan gore que se merece un artículo aparte.

Ánimo, Samantha, y recuerda lo de la manzanilla.

Una satisfechísima y apoyante de los MMM (Mayores Miembros del Mundo) Laurita Palmer.

martes, 20 de enero de 2009

El efecto mariposa

Hay que ver cómo te cambia la vida de un día para otro. Ayer todo fueron malas suertes: me levanté con mal cuerpo y con mala leche porque había dormido poco más de tres horas. Estaba estresada porque tenía que entregar un trabajo antes de las 14:00h y estaba maldiciendo todo lo maldecible porque, una vez más, me había pillado el toro.
Desayuné entre arcadas y recordé que tenía que tirar la basura, la cual había sacado la noche anterior a la terracita descubierta que da a un patio de luces infecto. Al abrir la ventana comprobé que había llovido y la bolsa se había mojado.

La cogí con cara de asco y la tiré al contenedor. Me había manchado las manos, pero no me atreví ni a olerlas. Tenía arcadas.

Camino del metro, entre la llovizna, el sueño y el estrés, tuve la mala suerte de cruzarme con un cerdo de esos que no cotizan en Kleenex. El tío despejó sus fosas nasales al estilo boxeador. Primero una; y después, la otra. Yo, que no quería mirar, llegué a ver cómo el aire que salía de la nariz, que debía estar más caliente que el ambiente, formaba un halo de algo, que salía en forma de abanico. Lo único que pude hacer es pararme en seco unos segundos hasta estar completamente segura que no iba a cruzar por ningún resto de ese abanico.

Del asco, cogí carrerilla y casi me tuerzo un pie.

Llegué al metro, cogí el 20 Minutos y, cuando iba a pasar por el torno, encontré una foto de carné. Una chica con un jersey rojo. Estaba sucia de las pisadas, pero la cogí. Eso sí, comprobé, aunque no sé para qué, que nadie estuviera mirándome. Pensé que la cosa se solucionaba hasta que, bajando las escaleras del metro, me escurrí y casi me parto el coxis. Un señor bajó a ayudarme, pero me levanté antes de que llegara. Le dije algo así como: “Ay, qué hostia!”, y me fui, con mi iPod, escuchando Maga. La mala suerte hizo que ningún capullo/a del metro se levantara para dejarme su sitio…

El día siguió en esta línea.

Sin embargo, esta mañana ha sido distinto. Me he levantado también con mala leche. Cuando he ido a desayunar, he descubierto que anoche, en un alarde de astucia, metí las croquetas en la nevera en vez de en el congelador. Estaban descongeladas, pero las he vuelto a meter (no está la crisis como para ser escrupulosos). Cuando he ido a verter la leche en el vaso, he descubierto que había confundido el tetrabrick de la leche con el del puré de verduras…Se me han saltado las lágrimas, pero he pensado que tenía que ser fuerte y madura.

Cuando iba para el metro casi me tuerzo un pie.

He conseguido sentarme. Frente a mí había una pareja de esas cincuentonas que acaban de enamorarse. Él estaba gordo y tenía canas. Ella, era una intelectual. Y sé que era intelectual porque ni llevaba tinte, ni maquillaje, llevaba un chal de un tono teja que sólo pueden llevarlo ellas y unos mocasines marrones. Al principio he pensado que lo que asomaba bajo su cuello alto era un apunte de hirsutismo, pero no. Eran pecas oscuras. Ambos llevaban un libro: él, el Hereje, de Delibes; y ella, El viaje del elefante, de Saramago. Los dos estaban leyendo el de ella y haciendo comentarios.

Él estaba sentado con las piernas abiertas y mirando al frente. Hablaba con ella, pero no la miraba fijamente. Sin embargo, ella tenía una postura de dedicación hacia él, brutal. Lo miraba como jamás he visto mirar a nadie. Quizás alguna madre mira a su hijo así cuando está embelesada. Ella sí estaba ligeramente girada hacia él. Y no apartaba su vista de sus ojos. Yo, que estaba escuchando el Adagio para cuerda opus 11 de Barber, he pensado que estaba dentro de una peli.

De pronto se han puesto a comentar ambos algunas líneas de El Hereje. Ella seguía mirándole de cerca. Como si viera a través de él.

Cuando hemos llegado a Guzmán El Bueno, se despedían. Ella le ha dado un beso en la comisura de los labios. Creo que es el beso más suave que he visto jamás. Al mismo tiempo, he bajado el volumen del iPod para escucharles (sé que no se debe hacer, pero era tan bonito…), y han hablado de nuevo:

-Que tengas un buen día, cariño –ha dicho ella, todavía con su postura de dedicación.
-Tú también. Me encantó la poesía de ayer. Jamás me había emocionado tanto.
-Lo sé…

Y ahí he salido del metro. Todavía con mi adagio y un nudo en la garganta. Sé que en dos años estarán dándose de hostias igual, pero ha sido tan bonito que me ha alegrado el día.

Llegando a la facultad, casi me rompo el tobillo, pero me ha dado igual.
A ver si mañana me los encuentro otra vez.
Laurita Palmer.

sábado, 3 de enero de 2009

La historia de Fabrizzio y Mike

Esta tarde he estado hablando con Fabrizzio, un amigo. En julio hará diez años que nos conocimos... Hemos estado recordando los mejores momentos que hemos vivido juntos como, por ejemplo, nuestras bromas en los taxis, nuestras aventuras con el amor y más con el desamor...
Ha sido entonces cuando hemos recordado uno de los momentos célebres. Corría 2002 más o menos, cuando decidió dejar al que hasta entonces había sido su novio: Mike. Él era cinco año menor que Fabrizzio, vivía en Parla y era hijo de una familia disfuncional. Creo recordar que el padre era alcohólico y que tenía un hermano mayor que estaba todo el día en el sofá. Tenía otro más pequeño, de unos ocho años, muy mono; y una madre selvática.
Se conocieron a través de Gaydar y un amigo (el mundo de la homosexualidad funciona así). El amigo de mi amigo, famoso en sus labores, lo conoció a través de esta red. Sin embargo, sus treinta y tantos, echaron para atrás a Mike, que por entonces, disfrutaba de sus diecisiete años. No le costó decantarse por Fabrizzio, más joven, guapo e interesante que el otro. Iniciaron entonces una relación. Llevaban seis meses cuando Fabrizzio y yo nos conocimos.
Mike resultó ser un homosexual de la variante putilla. Joven, feo pero risueño, aprovechó los contactos de Fabrizzio para subir en la escala social como en su día lo hicieron Norma o Mar Flores. No obstante, mantuvo sus amigos del cole, todos de Parla, con los que tonteaba sin fin. Tonteaba con el gay, con el hetero, con su profesor de Matemáticas... Tonteaba con un pobre infeliz de La Herradura (Granada), que se hizo pasar por su primo...
Tras mucho tiempo de sospechas, Fabrizzio decidió llamar a un programa nocturno de Radio Getafe para hablar con un vidente. Le explicamos lo que ocurría, los indicios que teníamos y las cosas que pasaban en la casa y, por respeto, según sus propias palabras, no quiso decirnos qué pasaba. Sólo adelantó que Fabrizzio lo pasaría fatal y que tenía a alguien muy cercano que le haría mucho daño. No tardamos en darnos cuenta que era Mike el causante de todo, que el pobre infeliz de la Herradura no era su primo sino su amante, y que había estado poniendo los cuernos a Fabrizzio con la mitad de la comunidad homosexual de Parla. Ese día, la historia de amor entre estos dos hombres se truncó.
Yo, como mariliendres oficial de Fabrizzio y principal enemiga de Mike porque lo vi venir desde el principio, le acompañé a Parla a devolverle sus enseres y regalos. Al final de un trayecto triste, nos vimos allí, en Parla, perdidos en un barrio de familias disfuncionales y casas de protección oficial buscando a Mike. Íbamos con una bolsa de basura llena de fotos de ambos, fotos de amor; un reproductor de cd´s y una freidora Taurus. Todo era para Mike. Cuando lo encontramos, le dimos todo: las fotos y la freidora fue lo primero. Las fotos rotas, por supuesto, como en las películas. Partidas por la mitad. La freidora Taurus, con una capacidad de cinco litros de aceite, un regalo de Mike, terminó dentro de un contenedor de obras porque se nego a aceptarla (sería porque la fregamos fatal); las fotos, no sé dónde terminaron; y el reproductor de cd´s se lo llevó Fabrizzio de vuelta a Madrid, no sin antes, ponerle una canción de cierre de romance: "Ese hombre", de Rocío Jurado (http://es.youtube.com/watch?v=6yrNExgvwhQ)
El nivel de homosexualidad de esta ruptura alcanzó límites indescriptibles. De allí nos fuimos los dos, el hombre lacerado y la amiga fiel, rumbo a Madrid. Orgullosos, porque Mike se quedó destruido, porque le hicimos llorar, porque le hicimos pagar todo lo que había hecho y porque lo dejamos de nuevo fuera del círculo del lujo.
Hoy, casi siete años después, lo hemos estado recordando entre risas. ¡Así es el amor! Mike sigue saliendo por Chueca en busca de un hombre bien posicionado. Ahora es más mayor, tiene 25 años, pero sigue igual. Según Fabrizzio: "Igual de enano, de imberbe y de feo, el cabrón".
Siempre vuestra:
Laurita Palmer.