jueves, 25 de septiembre de 2008

¡ARRIBA EL PP! EL PARDO-PICADERO

Después de un día de perros, que he comenzado con un amago de cistitis y he terminado con una limpieza bucal, he quedado con Astrid, una amiga. Después de darnos dos besos, me ha llevado a McDonal´s. Yo, recién limpiada y con una sensibilidad dental considerable, he optado por no consumir nada; pero ella ha pedido un Big Mac con Coca-Cola grande y, como le sobraba un euro del Ticket Restaurant, ha pedido un Actimel:
-Claro, a ver... Es que estamos en crisis y no está la cosa como para regalar el dinero... Mañana me lo llevo al trabajo y me lo tomo.
Estas cosas son muy propias de Astrid.
Nos conocimos hace tres años y, desde entonces, no nos hemos separado. Ella tiene novio desde hace seis años y tiene veinticuatro. Desde el principio pensé que era rica, sobre todo cuando supe que su madre es enfermera, que su padre viajaba mucho a Colombia (eso me hizo tirar por la rama del narcotráfico, pero no, es banquero), y la tercera pista que la encumbraba en la lista de mis amigas forradas es que tenía un Ibiza y que vivía en Arturo Soria. Sin embargo, conseguía despistarme cuando venía con unas chanclas compradas en los chinos de su barrio (algo que adora) o un bolso del mismo origen. No obstante, sigo pensando que casarse con ella sería dar un braguetazo.
Tras la hamburguesa y las charlas obligatorias: trabajo, piso, trabajo, crisis, trabajo, vacaciones (ésto último sólo lo hace ella), hemos dado un paseito mientras se fumaba un "piti", como ella dice. Subiendo por la Ginzo Avenue, suena su teléfono. Es su novio:
-Hola... Sí... Sí... Claro, te he llamado porque estoy por aquí... Con Laurita... Vale, yo se lo doy
-Un besito, George! -Digo espontáneamente
-Jajaja...Sí... No. No. Vale.... No, tú haz lo que quieras, pero yo me voy -pone cara de fastidio- Sí... vale... Dame una llamadita cuando termines, ¿vale? Venga, un besito... Ten cuidado...
-Desde luego... Dice que no, que no nos vayamos al pueblo este finde, para una vez que tenemos casa... ¡Es que la tenemos para nosotros solos! Porque estoy de El Pardo hasta el higo, en serio...
-¿Pero que todavía seguís follando en El Pardo?
-Ya ves... A ver, si no tenemos casa. Tú es que tienes tu casa, cabrona, pero yo... Mira, él nunca está solo; y yo... Si mi madre hace noches, está mi padre; y si no, está ella...
-Pero en El Pardo... Qué incómodo...
-Es la necesidad, que obliga... ¿Qué quieres, que estemos una semana sin follar? Pues no... Así que allí nos arreglamos...
Conforme me lo contaba, me acordaba de aquel lejano día en el que, un alter ego, tras un calentón, terminó en un descampado de Tres Cantos a las 12 del mediodía. En pleno proceso, apareció un señor subido en un caballo. Nos miraron los dos, y se fueron. Con el rollo cortado, decidieron cambiar, y terminaron en Sanchinarro... Eran días de vino y rosas para las constructoras, así que allí fueron, donde estaba el dinero. Como suele ocurrir en esos momentos, el alter ego tuvo un semiorgasmo, algo que duele más emocionalmente que no tenerlo.
Por ello, me ha dado pena...
Sin embargo, he recordado que el mayor orgasmo de mi vida lo tuve el día antes de irme rumbo a Río, en un coche... ¡Qué días aquéllos...! ¡Cómo se portó mi Kevin...! En fin.
Así que me he ido a casa pensando qué pensaría Franco si supiera que, en el epicentro de la contención y la castidad, la casa donde vivía aquel señor bajito, con voz timbrada a lo Lali Soldevilla y cubierto por un palio, es hoy en día el principal picadero de Madrid.
No está mal... De haberlo conocido, me habría ahorrado el mal trago de Sanchinarro.
Astrid, te quiero, ya lo sabes, pero ya no tienes edad para hacer esas cosas... Y porque no he contado que te vas los fines de semana a Portugal para evitar El Pardo...
Siempre tuya:
Laurita Palmer.

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